9.01.2009

Un debate falso sobre la división laboral. Miguel Valverde

Es un error y un debate falso atribuir la división del mercado laboral entre trabajadores indefinidos y temporales a que los salarios y la protección de los primeros perjudica a los segundos

01-09-2009 - El fuerte descenso del consumo de las familias, en un 5,9% en el último año, es uno de los factores, junto a la depresión de la inversión empresarial, que más está contribuyendo a la caída de la economía, que en el último año fue del 4,2%, según el Instituto Nacional de Estadística.

Son varias las razones que explican la tristeza de los hogares. En primer lugar, la destrucción del empleo y, en consecuencia, el fuerte crecimiento del paro. A medida que pasan los meses, crece el número de hogares que tiene en el paro a todos los miembros de la familia en edad y condiciones de trabajar. El desempleo total afecta ya a 1.118.300 hogares.

Es posible que no todos carezcan de rentas alternativas, como dice el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, pero está claro que la consolidación de la ocupación crea expectativas de consumo y de compromiso de gasto. Es decir, todo lo contrario de lo que está sucediendo.

Los datos de Contabilidad Nacional dicen que en el último año la ocupación ha descendido en 1.369.000 puestos de trabajo, lo que, en términos relativos, supone una caída del 7,1% y lo que es peor, todo indica que en los próximos meses va a continuar esta tendencia tan negativa. Es previsible que, como ocurrió el año pasado, muchas empresas decidan no abrir en septiembre, como factible es también que, terminada la temporada estival, se destruyan más empleos temporales e indefinidos.

En contra de lo que dice el Gobierno, no hay ningún dato que permita presumir que la economía española ha tocado fondo en su descenso, como será fácil de comprobar en los últimos trimestres del año, cuando desaparezcan los efectos del plan del Ejecutivo de financiación de obra pública por valor de 8.000 millones de euros.

En segundo lugar, el consumo de las familias se resiente, en medio de la recesión, por el bajo poder adquisitivo de los salarios. Me sorprende que todavía algunos colegas y tertulianos se escandalicen por la extensión de los llamados mileuristas.

Qué otra cosa se puede esperar en materia retributiva de una economía que desde la reconversión industrial de los años ochenta y principios de los noventa ha crecido, fundamentalmente, por sectores que emplean mano de obra temporal, barata y con escasa formación, como la construcción y sus áreas de influencia; el turismo y sus alrededores, la hostelería y multitud de empresas auxiliares de otras compañías, al calor de la subcontratación.

Así, es lógico que el 57% de la población ocupada –10,8 millones de asalariados– cobre menos de 1.100 euros brutos mensuales. Incluso, según el reciente estudio del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, contando a trabajadores autónomos, desempleados y pensionistas, el número de mileuristas es de cerca de diecisiete millones de personas.

Es más, aunque en los últimos años han crecido los contratos de fomento del empleo indefinido, gracias, fundamentalmente, a las subvenciones que reciben los empresarios por hacerlos, lo cierto es que, según el último informe del Ministerio de Trabajo, el 35% de estos contratos no llega a los cinco años.

Por todas estas razones, en el fondo, el descenso del consumo de las familias refleja la fragilidad de un tejido productivo que, ante la recesión, ha destruido empleos con mayor facilidad, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países de la Unión Europea, donde el paro crece más lentamente.

Y, en consecuencia, es un error y un debate falso atribuir la división del mercado laboral entre trabajadores indefinidos y temporales a que los salarios y la protección de los primeros perjudica a los segundos, como hacen el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, y el consejero del Banco Central Europeo, José Manuel González-Páramo.

La recesión y la destrucción de empleo están demostrando que los trabajadores fijos no están tan protegidos y que los temporales existirán en cifras muy elevadas en España, mientras no se produzca una reestructuración profunda del modelo económico español, y eso es una labor de años, aunque el Gobierno promulgue una Ley de Economía Sostenible. No nos engañemos. Las empresas crean el trabajo temporal porque les conviene; no, porque alguien les obligue.

Miguel Valverde
Expansion

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